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sábado, 18 de septiembre de 2010

El Mundo

Ketchup, sangría y zombies

Protesis de látex, pan rallado y leche condensada para simular heridas y costras (Foto: Enrique Calvo)  Una de las maquilladoras del equipo estuvo 2 años en Barcelona aprendiendo el oficio. (Foto: Enrique Calvo)
 
 
 
LAURA JURADO
ALGAIDA.- Se buscan 'zombies' para una película. Requisitos: ser mayor de edad, llevar camisa a rayas o cuadros y acudir al bar S'Acadèmia de Algaida. Internet llega al mundo de los 'castings'. La última moda para reclutar figurantes es anunciarse en un blog.
Sábado noche en Algaida. Un día normal de una semana cualquiera del mes de agosto. La gent gran que cena en una de las terrazas de la plaza ignora el mundo que se esconde tras las puertas del bar S'Acadèmia. Citizen Zombie ha llegado a Mallorca.
Después de los tiempos de Jess Franco, el cine de zombies recupera su auge en pleno siglo XXI. Superada la etapa de Scream y sucedáneos, los muertos vivientes reclaman -entre quejidos- un papel protagonista en el cine de terror. Y vuelven de la mano del bajo presupuesto y la Serie B.
¿Qué pasó después de La noche de los muertos vivientes? ¿Dónde se quedaron todos esos humanos reconvertidos? Mallorca zombie dará la respuesta. Un proyecto que impulsó Jaume Alsina. Un largometraje compuesto por ocho cortometrajes unidos por el espacio y el argumento: la sociedad mallorquina ha superado sus diferencias culturales y ahora se encuentra dividida entre humanos y zombies. Pero no zombies de cartón-piedra, de aquellos que se movían torpemente y se expresaban con aullidos. Son muertos vivientes "que tienen conciencia y personalidad", como afirma Dani Puig, ayudante de producción.
Algaida acoge hoy el tercer día de rodaje de Citizen Zombie, el tercero de los cortometrajes proyectados, digirido por Juan Ortega. El pub S'Acadèmia se convierte en el local de moda de góticos y zombies. Allí se reúnen también los protagonistas: Alexis, Jonás y Marian. El primero, un zombie intentando camuflarse como humano; el segundo, un muerto viviente con conciencia de ser; y la última, una humana jugando a disfrazarse como zombie. La confusión y la discriminación mutua planean sobre los personajes.
Proyecto amateur e independiente o profesional y comercial, toda película llega al momento de buscar figurantes. Esos personajes también de segunda que se mueven de un lado a otro, que se cruzan por detrás de los protagonistas, y que podrían ser -y en ocasiones son- el vecino o el primo de cualquiera. Los de Citizen Zombie lo tuvieron claro: el recurso al blog además de avanzado resulta ecónomico. Y, tras la experiencia, productivo. "Hoy han venido cerca de treinta personas, pero no es la primera vez que recurrimos a este medio. De hecho hay personas que han venido para figurantes y se han quedado en el equipo técnico, asegura Álex Vargas, uno de los coordinadores del proyecto.
A los algaidins reclutados in situ se suman freaks fanáticos, conocidos y curiosos. Aitor y su novia llegan con unos amigos recién aterrizados de Bilbao. "Queríamos pasar una noche diferente", aseguran entre risas.
Nada más llegar los figurantes pasan por el set de maquillaje. Las prótesis de látex y los litros de sangre artificial se unen a los trucos de la botica. La escasez de recursos se suple con imaginación. Elena March y Toni Torres transforman al más normal en un personaje digno de una película de zombies.
Las manchas de sangre se simulan con vino, granadina, sangría o el tan aclamado ketchup. Según espesor. Para el maquillaje, se distingue entre quienes gozarán de un primer plano y quienes permanecerán en el anonimato de la multitud. Sombras de color para los góticos. Para los muertos vivientes, polvo de café o pan rallado -incluso migas de pan de molde- recrean costras pintadas luego de sangre. La leche condensada rellena las heridas de pus.
"Cuando se trata de apósitos, el trabajo es algo más complicado", comenta Toni". El látex líquido se solidifica en contacto con el aire, y le añadimos algodón o papel para moldearlo y conseguir más relieve". También hay efectos: desde un ojo colgando hasta un tenedor clavado. "Siempre es más difícil cuando se trata de un objeto que entra en el cuerpo, porque con la piel tenemos menos espacio para trabajar". Los litros del líquido plástico corren como la pólvora.
No hay producción que se precie -desde las hollywoodienses hasta los proyectos más independientes- que no recurra a los extras. A esos personajes sin frase capaces de pasarse una tarde entera -y parte de la noche- bailando dislocados y sin música a cambio de un bocadillo de jamón. Anónimos que buscarán su cara en la pantalla a falta de un nombre en los créditos.
Después de Citizen zombie, cinco cortometrajes esperan en los cajones para ser grabados. El proyecto final deberá estar listo a final de año. Será entonces cuando valoren la calidad final del producto y opten definitivamente por una vía de distribución: a través de la red -sin posibilidad de descarga- o con copias en DVD. "Nuestra idea es conseguir participar también en algún festival de terror", asegura Álex Vargas. Desde la Setmana Màgica de Mallorca hasta el mismísimo Sitges. La ilusión y el esfuerzo son como los zombies: inmortales.

 

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